Los asesinatos de Toulouse (Francia), no hacen más que alimentar ideologías, que a estas alturas, deberían haber desaparecido.
El derecho a la vida está por encima de cualquier otra consideración.
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Los humanos establecemos nuestras actuaciones en base a ideologías, a las ideas que tenemos sobre la vida, como hacer las cosas, en que creer, como comportarnos y en algunas ideologías se determina quienes deben morir. Entre estas últimas están las que legitiman el racismo, la ira al diferente, la agresión al otro, el odio a los que no son ni piensan igual. El menosprecio y ninguneo a grupos muy concretos de seres humanos y la muerte.
A lo largo de la historia, la que conocemos, hemos visto episodios suficientes para saber que estas ideologías, siguen vivas y abarcan diferentes clases de individuos, repartidos por todo el mundo. Son las pioneras en lo que ahora se llama globalización de ideas, ya que tienen poderosos medios para llegar a los humanos y atraparlos.
Obviamente la ideología, por si misma, es sólo un conjunto de ideas. Los poderes económicos, políticos y religiosos que las alimentan y sustentan son los causantes de su supervivencia.
Las ideologías humanistas, entendidas como "ideas para crecer todos", tienen cada vez más obstáculos para seguir adelante, lo contrario que las ideologías ultraconservadoras que se alimentan, de la precariedad de los sistemas y de la fragilidad de los humanos.
El ser humano puede crear vida y, por algún motivo que el sistema ha permitido, puede crear muerte.
Cómo hemos podido avanzar con esta espada de Damocles encima, es uno de los enigmas que más tiempo han invertido los estudiosos de la materia y las conclusiones avalan las nociones más primitivas sobre el ser humano: Somos individuos gregarios en sistemas gregarios, dónde prevalece la seguridad por encima de cualquier otra cosa y bajo cuyo paraguas aceptamos ideas y comportamientos o los rechazamos y actuamos conforme a ello.
La vida de un ser humano es única e importante, como para destruirla por ideas.
Los animales matan para comer, para defender su territorio, su familia.
Los humanos matan para defender sus ideas, sus convicciones, sus creencias.
Ya es hora de parar y cambiar. ¡Hasta cuándo esta sinrazón¡.
Nadie tiene el derecho para quitar una vida. Cómo es posible que seamos tan rápidos en segar y tan lentos en crecer.
Los políticos, que son la cara del poder económico frente a los ciudadanos, deben ser los primeros en amar y respetar la vida, por encima de todo.
Los religiosos, que son los que dan la cara, representando al poder divino, deben ser los primeros en dar ejemplo de amor y respeto a la vida, de amor y respeto a todos.
Los humanos debemos ser humanos por encima de ideologías y ser humano es amar y respetar la propia vida y la de los demás.
Una ideología o una creencia de muerte no sirve para la vida.
Hasta pronto
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