Estamos asistiendo a la conformación de sociedades europeas (antes países soberanos) habitadas por personas con miedo.
El miedo es un arma poderosísima que saben utilizar muy bien los políticos, la iglesia, los mercados, los padres, los maestros, los humanos en general.
Todos trabajamos en algún momento desde el miedo y para el miedo.
Del libro La economía del miedo de Joaquín Estefanía, apunto un párrafo: "Un sistema no fracasa si no puede ayudar a sus bancos, pagar su deuda o volver a los equilibrios macroeconómicos (estos son objetivos intermedios); lo hace, en cambio, si no puede asegurar el bienestar de sus ciudadanos, si los hijos de estos no pueden vivir mejor que sus padres y se rompe la cadena del progreso. Un sistema yerra si no confluye en el pleno empleo, aumenta la capacidad adquisitiva de la gente, el cuidado del medio ambiente y, sobre todo, si no respeta las decisiones de la mayoría protegiendo a las minorías".
Leo en el país digital un artículo sobre Islandia bajo el título: "Los islandeses recogen beneficios de su ira. La economía de la isla creció un 2,9% el año pasado y se expandirá un 2,4% este año".
Los islandeses se quitaron el miedo de encima tan rápido como apareció.
Hoy he leído, también, que expertos están mirando al pasado para encontrar las soluciones. Podemos encontrar en el pasado los errores que no debemos volver a cometer, pero las soluciones están en el presente, en los ciudadanos, en los pueblos, en las naciones.
Podemos quitarnos el miedo y decir NO y reconstruirnos como ciudadanos y como país.
El miedo es un arma poderosísima que saben utilizar muy bien los políticos, la iglesia, los mercados, los padres, los maestros, los humanos en general.
Todos trabajamos en algún momento desde el miedo y para el miedo.
Del libro La economía del miedo de Joaquín Estefanía, apunto un párrafo: "Un sistema no fracasa si no puede ayudar a sus bancos, pagar su deuda o volver a los equilibrios macroeconómicos (estos son objetivos intermedios); lo hace, en cambio, si no puede asegurar el bienestar de sus ciudadanos, si los hijos de estos no pueden vivir mejor que sus padres y se rompe la cadena del progreso. Un sistema yerra si no confluye en el pleno empleo, aumenta la capacidad adquisitiva de la gente, el cuidado del medio ambiente y, sobre todo, si no respeta las decisiones de la mayoría protegiendo a las minorías".
Leo en el país digital un artículo sobre Islandia bajo el título: "Los islandeses recogen beneficios de su ira. La economía de la isla creció un 2,9% el año pasado y se expandirá un 2,4% este año".
Fitch cree que "la poco ortodoxa política de respuesta a la crisis de la isla ha tenido éxito”. OMAR R. VALDIMARSSON (BLOOMBERG) Reykjavik 20 FEB 2012 - 22:50 CET
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En un apartado del artículo, puedo leer que "el enfoque de Islandia para hacer frente a la crisis se ha
basado en imponer las necesidades de su población frente a las de los mercados
a cada paso".
Los islandeses se quitaron el miedo de encima tan rápido como apareció.
Y no dejo de preguntarme por qué España no ha seguido este ejemplo. Por qué los políticos que nos gobiernan y los que nos han gobernado, han dado prioridad a las necesidades de los mercados y de los bancos frente a las necesidades de los ciudadanos, y no lo puedo entender.
El miedo nos acompaña diariamente en mi país. Está presente en la política, en las decisiones, en los pensamientos, en las conversaciones.
Islandia dijo no a los bancos, a los mercados y dijo sí a sus ciudadanos.
España a dicho sí a los bancos, a los mercados y no a sus ciudadanos.
Hoy he leído, también, que expertos están mirando al pasado para encontrar las soluciones. Podemos encontrar en el pasado los errores que no debemos volver a cometer, pero las soluciones están en el presente, en los ciudadanos, en los pueblos, en las naciones.
Podemos quitarnos el miedo y decir NO y reconstruirnos como ciudadanos y como país.
Hasta pronto
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